El mar de Tánger.

Colección: Vincapervinca.
ISBN:978-84-9852-761-2
Año de edición:2023
Disponibilidad: Sí
Autores:
Francisco Suárez Montaño

Número de páginas:308 p.
Precio: 12 €.
Medidas: 21 x 14  cms.

Descripción:

De Arminda, la abuela paterna de Amada, se oyó decir que fue una bestia
parda. Desde el arresto de su hijo Manoel, el desertor, se puso en pie de
guerra. Llevaba pistola en la faltriquera y perica en los botines para acabar
con el capitán hijo de puta que enchironó a su niño, pero la pobre no pudo
llevar a cabo su venganza ni tampoco verlo libre porque murió de un
soponcio.
Nadie es malo si no tiene motivos para serlo. En cueros venimos todos al
nacer, pero cuando vamos creciendo el destino se complace en variarnos.
Menuda y agraciada. Con un hoyito en el mentón y ojos de almendra,
parecía una muñeca de trapo. Cuando se casó con el Hermoso iba ya
preñada. Crio a sus hijos con el miedo a flor de piel, avasallada, sin poder
decir lo que pensaba ni hacer lo que sentía aunque no le faltara de nada
hasta que metieron a su niño en la cárcel. Ese día le brotó rabioso el coraje.
Dejó de sentarse a la mesa a comer, arrinconada en la fijeza del espanto,
gruñendo como un animal sin su cría, encerrada en el doblado a doble llave
y luto entero, como si su criatura hubiera muerto. En el último permiso le
confesó a su madre la mira de desertar ante el peligro de que lo mataran.
No quiero que unos negros comemierda acaben con mi vida, mama. Lo
tuvo oculto en una ermita en ruinas a las afueras de Beja. ¡No hay derecho!
¡Malditas guerras! ¡Id vosotros sacasangres! Es solo un niño. ¡Por los restos
de mi padre! Juró cuando lo llevaban preso con las manos atadas, como un
eccehomo.
Aunque su epicentro sea la ciudad portuguesa de Évora durante el
Estado Novo, en esta novela las aguas de Tánger esperan con los
brazos abiertos a Amada, su protagonista, que acudirá al norte del
sur para comprobar que en sus playas no termina el mar, sino que
empieza, tras las páginas que llevan de Madrid a Lisboa, Nueva
York o Londres, un periplo que enfrentará al lector con personajes
como una nieta de Arnold Schönberg, Millán-Astray, santa Evita
Perón, la emperlada Carmen Polo o el heroico Arístides de Sousa
Mendes
Reseña:

Francisco Suárez Montaño (Santa Marta de los Barros, Badajoz, 1948)
Nace en 1948 en Santa Marta de los Barros (Badajoz) en el seno de una
familia de gitanos herreros y tratantes. En 1966 inicia estudios de
dirección teatral en Barcelona.
De sus cuarenta y dos montajes realizados entre 1976 y 2020 caben
señalar que la base radica en el conflicto entre la realidad y el deseo, y a
la vez, en su compromiso con los perdedores. Su impronta gitana aparece
en sus puestas en escenas como un puzle mágico entre la palabra, la
danza y la música con un simbolismo primitivo de sugerentes
apreciaciones.
Así se aprecia en: Diálogo del Amargo, de Lorca; La isla de los esclavos, de
Marivaux; Los Persas, de Esquilo; Ítaca, de Félix Grande; Romancero gitano,
de Lorca; La comedia de las ilusiones, de Corneille; Orestes en Lisboa, de
Blanca Suñén; Antigona, de Sófocles; Romeo y Julieta, de Schakespeare;
Bodas de sangre, de Lorca; Raquel, de Vicente García de la Huerta; César y
Cleopatra, de G.B. Shaw; Los siete contra Tebas, de Esquilo; Persecución,
de Félix Grande; ¡Que viva Salomón!, de Diego Sánchez; María Estuardo,
libreto para danza basado en la obra de Schiller que se estrenó en el
Teatro de la Zarzuela y en el Teatro del Liceo y más tarde viajó a Moscú,
Londres, Chicaco y New York, protagonizada por Maia Pliséstkaya con la
Compañía Nacional de Danza.
Sus puestas en escenas han sido representadas en Festivales nacionales
e internacionales como los de Mérida, Almagro, Cáceres, Veranos de la
Villa de Madrid, Temporada Alta de Girona, de las Naciones de Sofía,
Teatre de la Ville de París, de Nápoles, Bienal de flamenco de Sevilla y
Festival de Sitges de Barcelona.
Fue director artístico del Festival de Teatro Clásico de Mérida en dos
periodos distintos. Participó en la producción de la película Latchó Drom
(Gatlif, 1993) ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes en Una
Una cierta mirada.